De todas las instituciones públicas existentes, la que peor ha gestionado su imagen sin duda ha sido la Unión Europea. Nunca una marca que ha ayudado a tantos, que ha generado tanta estabilidad y que ha aportado tantas libertades, tiene una imagen tan mala entre los ciudadanos.
Especialmente llamativo es el rechazo que genera actualmente en parte de la población española, cuando ha sido gracias a ella cuando hemos disfrutado de mejores carreteras, servicios y posibilidades internacionales. Por supuesto que el proyecto europeo tiene errores y lagunas (desde la ocultación de sus raíces cristianas, hasta la obsesión por la economía por delante de las personas) que han podido afectar a su imagen, pero es injusto que sufra semejante erosión cuando los aciertos han sido mucho más que los fallos.
El motivo de esta situación es claro, la solución no tanto. Los gobernantes nacionales ven la Unión como el chivo expiatorio ideal al que echarle todos los males de su gestión. El cortoplacismo que se ha instaurado en la clase política europea, obsesionada sólo por ganar las próximas elecciones y no por el futuro a medio plazo de sus países, ha provocado que cualquier problema nacional se solucione indicando a Europa como responsable de la situación.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, donde la unión y el futuro común, a pesar de Trump, es incuestionable; o en China, donde la dictadura ya trabaja en los proyectos de 2030 o 2040, -y por tanto la imagen de ambos países es cada día más robusta- los gobiernos de los países europeos siguen empeñados en salvarse ellos solos, sin darse cuenta de que, en el mundo globalizado en el que vivimos, la unión hace la fuerza y el único camino posible para que Europa sea relevante es la colaboración entre todos.
Desde el origen de los tiempos, los grandes imperios han ido girando desde este a oeste (Grecia, Roma, España, Estados Unidos) y ahora parece que le toca a China. Si no queremos quedarnos en la parte trasera del mapa, donde lo que vea el mundo sea el Pacífico, necesitamos que Europa, de una vez, crea en ella misma como una unión y defienda su posición.
Como decía un antiguo presidente del gobierno, a más Europa, más España y a más España, más Europa. El tiempo está demostrando que es el único camino que nos queda como país y civilización.
P.D. La gestión del Coronavirus es un claro ejemplo de todo lo expuesto y el largo camino que queda por recorrer…