Desde la aparición de la prensa y posteriormente el desarrollo de la radio y la televisión, la relación entre la política, los ciudadanos y los medios de comunicación han conformado un triángulo en el que cada uno de ellos servía de garante de los otros y se retroalimentaban mutuamente. Así, los medios eran vigías de los políticos, los ciudadanos recibían a través de los medios la actividad política y se servían de la prensa para controlar y demandar la labor de los políticos, quienes a través de los medios daban a conocer su gobernanza.
Pero desde la llegada de las redes sociales primero y la gran crisis de 2008 después, esos lazos que unían los tres vértices de nuestro triangulo se han roto convirtiéndose en una figura imposible.
Ya comentamos en otra entrada que las grandes multinacionales trabajaban a un ritmo diferente que las administraciones públicas y que los gobiernos lo único que podían hacer era ir a rebufo. En este caso, los políticos han decidido ir para un sitio, los medios para otro y los ciudadanos, cada vez en mayor medida, alejarse de ambos.
Los políticos porque han visto que existen ya algunos temas que no les afectan en la consecución de sus objetivos (siendo la corrupción el más significativo) y por tanto, su agenda va independientemente de lo que demanden los ciudadanos.
Los medios, en la mayor crisis que ha vivido, tanto económica como tecnológica y que hace peligrar su futuro, han decidido vender su independencia al mejor postor y únicamente se comportan como caja de resonancia de las consignas políticas o empresariales. No es algo generalizado pero si llama la atención en algunos casos.
Y por último, los ciudadanos que, en una situación parecida a las grandes multinacionales, aquellos que no dependen de la administración, han decidido centrarse en su trabajo y desarrollo personal dejando de un lado la política. Consecuencia de este abandono es la mediocridad de nuestros políticos y la decadencia que viven los medios de comunicación.
Creo que para un correcto desarrollo de la libertad, como también hemos reclamado en otros artículos, es deber de la sociedad reclamar un correcto funcionamiento de la democracia donde todos los participantes atiendan a sus obligaciones y sean juez y parte de la misma.