El anunciado cierre de la planta de Nissan debe servirnos de un doble primer aviso.  Uno a nivel social y otro a nivel sectorial.

El aviso social está claro. La crisis que acaba de comenzar, y que no sabemos ni cuándo ni cómo va a terminar, va a provocar que las empresas empiecen a recortar en multitud de elementos. Y en esos recortes, la fortaleza o debilidad de cada gobierno va a ser fundamental para evitar que sus países queden como solares. En nuestro caso, el futuro no es muy prometedor. A la debilidad evidente, se le añade ese rechazo ideológico al coche como símbolo de bienestar social. Sí llevas dos años dando bandazos con un sector tan estratégico; es lógico que aquellos que no se sienten queridos, huyan a las primeras de cambio. Con Nissan ha pasado como con la venta de fragatas a Arabia que ocurrió hace tiempo.  Vender barcos a dictaduras es malo, pero si es para mantener el empleo, ya empieza a ser menos malo. La diferencia es que los japoneses son una empresa privada donde no hay emérito que valga.

El aviso sectorial, reforzado por la decisión de Renault de reducir también su producción, se debe al cambio de paradigma social que hemos comentado otras veces. El uso del coche empieza a racionalizarse. Vehículos compartidos, el auge de la alta velocidad y los vuelos de bajo coste para largas distancias; el alquiler por horas coches, motos o patinetes para el día a día son alguno de los síntomas que marcan el nuevo paradigma. Así como que ha empezado a dejar de ser un símbolo de status y las nuevas generaciones no se abalanzan a los 18 años a por él como antes sino que prefieren invertir el dinero que tienen en otras cosas.

Vamos a un mercado, independientemente de la pandemia, con menos unidades vendidas en el que las oportunidades de negocio vendrán por ofrecerle algo más al consumidor. Y la clave es acertar en ese algo que quiere el cliente. La reducción global de ventas conllevará la reducción de puestos de trabajo y el cierre futuro de plantas. Aquellos que se adapten más y mejor serán quienes sobrevivan tanto a nivel social como sectorial. Toca reinventarse.